sábado, 26 de octubre de 2013

NUEVO MENÚ DE LA MARMITA

8 de septiembre 2013 Un espacio donde vivir Nuestra casa no tenía escaleras, pero las inventábamos para trepar a nuestros sueños. No vayan a imaginar que era pequeña, pues a medida que los años se le pegaban a la piel le iban creciendo brazos, primero a la derecha, luego a la izquierda y, sin embargo, sólo recuerdo los órganos vitales: el comedor, la cocina, nuestro dormitorio, el jardín, por el resto, la memoria ya ha hecho su trabajo. En ella nos encontrábamos a gusto, tenía el espacio que nuestra fantasía rozagante solicitaba, éramos cuatro hermanos y la curiosidad nos abrazaba el ánimo. No recuerdo que a alguno de nosotros, niños en aquella época, ella le haya apretado sueños, al contrario, fue su pulso alegre el que untó a diario nuestra vida. Recuerdo la resuelta gotera que los días de lluvia nos divertía, cuando en un rincón de la casa hacía un hilo conductor con los baldes y nos invitaba al juego. Las paredes transpiraban Mozart, Vivaldi, Schubert y tantos otros… La cocina olía a puchero y a murmullos domésticos. En el comedor, dos bancos enormes haciéndose frente y en el medio la única mesa, larga, bella: un mate olvidado distraídamente en uno de sus bordes, los platos, los cubiertos o los lápices y cuadernos engalanándola según las horas. Los años acumularon en ella nuestras risas, también se le pegaron ciertas lágrimas de tristezas pasajeras; les confieso que la mesa de la que les hablo tiene vida propia o en todo caso la tuvo en aquel entonces, cuando la vestíamos de anécdotas y almacenaba nuestras historias cotidianas. Durante el día, el dormitorio era un área de juegos mirando al sur, por la noche, se transformaba en una plataforma, desde donde despegábamos cada uno hacia su propia quimera, bastaba dar oídos a los cuentos que las imaginaciones fecundas liberaban, pájaros sin jaula volando al cielo. Desde la ventana de la habitación, el horizonte se extendía hacia el follaje bailarín del eucaliptus donde la hamaca colgaba inerte esperando nuestra risa, no muy lejos el aromo y sus flores amarillas, en el otro ángulo, el pino y su interminable cúspide. Más allá, el portón y un día, del otro lado, el exilio. Laura Vásquez

LA MARMITA 2013

El taller « LA MARMITA » reabre su cocina literaria a partir del mes de septiembre. Ana los invita a elaborar un nuevo menú con los ingredientes de la realidad y los condimentos de vuestra imaginación en toda libertad. Mi intención es proponerle algunas estrategias y una variedad de útiles apropiados para motivar, en usted, el escritor somnoliento que lo habita. Reserve su espacio dentro de un grupo de trabajo. Coordina: ANA FERNÁNDEZ. Está abierta la inscripción: contacto: 02 / 726 99 52 feranac@hotmail.com