domingo, 22 de febrero de 2009

Premios

La Golemah

Osvaldo Ahumada-Espinosa

La última vez que fui a Londres estaba triste y quería inundar mi melancolía en el Támesis pero cambié de idea en el último minuto y aproveché el viaje para hablar con la bruja celta Morrigan. Después de dejar mi valija en casa de un amigo que habita en medio de South Bank, me fui caminando por Lambeth Road y apenas llegué al rio doblé a la izquierda hasta el puente Vauxhall, lugar de la cita.
Me encontraba hacía algunos minutos observando las aguas del río cuando vi a lo lejos que comenzaba a cruzar el puente una hermosa mujer delgada y colorina, le hice el saludo secreto celta y ella me respondió con presteza. Cuando llegó a mi lado le dije irónicamente en merciano, un inglés antiguo y que sabría que ella entendería
-Espero poder decir algo antes de que me mates.
-No te hagas el difícil Aodh- contestó Morrigan con una risa franca - y háblame en celta britónico, como hablaban tus antepasados. Además las brujas de mi familia hace siglos que ya no matamos hombres. Hoy día los ayudamos, como deseas que te ayude. Te he traído el manuscrito Frankestein que era de Mary Shelley y el manuscrito Golem del rabino Loew. ¿Estás seguro de que lo quieres hacer Aodh?
-Tu conoces mi vida mejor que yo Morrigan- le respondí, esta vez en brítonico pero con un dejo de amargura.
-Explícamela tú– me dijo directamente la bruja mirándome fijamente con sus ojos violetas y rozándome la mejilla con una de sus delgadas manos.
Tanta familiaridad me sobresaltó. Normalmente nuestro encuentro debía ser un intercambio normal de información entre dos iniciados algo marginales, pero en esos precisos instantes la bruja estaba invadiendo mi territorio, traspasando mi perímetro de seguridad. Me sentí incomodo.
-No te sientas incomodo Aodh- rió Morrigan -es un regalo. Sé que nunca antes una mujer te había tocado la cara. Quise ser la primera.
-Yo no te pedí nada- grité francamente molesto.
-¡Cómo que no! Pediste los escritos secretos Aodh y sé que vas a hacer una tontería. Ya no están los tiempos para fabricar seres especiales con pedazos de otras personas. ¿Porqué no te eliges una mujer normal, igual a mí?
-Cada vez que elijo, la mujer desaparece en medio de la muchedumbre caótica de una ciudad y no la veo nunca más. Nunca he podido escoger una mujer. Todas mis esposas y novias han sido ellas las que me han escogido. Y cada vez la relación se ha terminado en un desastre. Los Elohim nos dejaron el manuscrito Golem- continué -para que alguien se atreviera a hacer lo mismo que ellos. Al principio todos eramos Golems y David lo cantó muy bien en el salmo 139. ¿Lo has leido Morrigan?
Morrigan me miró triunfante y luego entonó con una hermosa voz y en hebreo:
Tus ojos me vieron cuando yo era un Golem
y en tu libro se encontraban inscritas todas mis partes
y todos los días que se necesitaban para formarme…

-¡Excelente Morrigan!- grité entusiasmado –Ahora pásame los manuscritos para formar yo mi Golemah.
-Antes de que te pase las fotocopias de los manuscritos, invítame a una Guiness en ese Pub y cuéntame todo tu proyecto- me cortó la mujer, atravesando el puente con rapidez e introduciéndose en la taberna irlandesa. Hice lo que hago siempre cada vez que una mujer toma la delantera. La seguí mansamente.
Luego que nos acomodamos en una mesa de roble y nos hubieron servido dos grandes vasos de cerveza negra, comencé a relatarle mi proyecto:
-Sabemos que el rabino Loew creó un Golem en Praga en 1580- inicié mi exposición -y que le dio vida basándose en las formulas mágicas del manuscrito del rey David. Sabemos que ese ser se paseaba por las calles de la ciudad, y que después fue desactivado por el rabino y conservado en el granero de la vieja sinagoga hasta 1883, año en que el granero fue limpiado y lo que quedaba del Golem fue enterrado en el cementerio de Praga. ¿Te has acaso preguntado alguna vez porque en el cementerio?
Mientras introducía el tema no dejaba de mirar los hermosos ojos violetas de la bruja, lo que me intranquilizaba un poco.
-Sigue Aodh– murmuró Morrigan sacándome de mi turbación -no me mires tanto y sométete a contar tu historia. Sino capaz termines por elegirme a mí. Hasta el momento no me has dicho nada nuevo.
Enrojecí, pero tuve fuerzas para decir.
-A ti no te elegiría jamás porque parece que eres tú la que me estás eligiendo, en este momento y por lo tanto nuestra historia terminaría mal, como todas las otras.
-No te preocupes por eso- rió la mujer -De todas formas todas las historias de amor terminan mal. Todas. Finaliza tu discurso y convénceme- acabó de decir la bruja.
-Sabemos también- continué -que el Doctor Victor Frankenstein encontró en los subterráneos de la universidad de Ingoldstadt, el manuscrito de Loew. Él entendió que debía unir diferentes partes de cadáveres para hacer un Golem, luego le dio la vibración vital gracias a las formulas mágicas del pergamino de David y no con la electricidad como cuenta después Mary Shelley en su novela.
-Si bien Mary Shelley recibió el manuscrito Loew y la carta donde Frankestein relata toda la historia- me contó la hermosa mujer –ella no sabía hebreo y no se preocupó de traducirlo. Solo se limitó escribir la historia basándose en la carta y como los fenómenos eléctricos comenzaban a ser estudiados en su época llegó a la conclusión que la electricidad podría dar la vibración vital, sobre todo después de leer Observaciones sobre la electricidad de Benjamin Franklin.
-¿Y cómo llegaron a tu familia esos manuscritos?- quise saber.
-Mi tatarabuela se los robó a la escritora ante de su muerte- me confesó -Nuestro clan no podía seguir permitiendo que el método de como construirse un Golem doméstico estuviera al alcance de cualquiera...
-Los cuales pasaron a ser propiedad de tu bisabuela- continué -y después fueron heredados por tu abuela quién se los prestó a Bernard Shaw, para que éste escribiera su Pigmaleon en 1914- terminé de decir antes de beberme lo que me quedaba de cerveza.
-Y cómo sabes eso tú- me interrogó extrañada la bruja, mientras le hacía señas al mozo para que trajese más cerveza.
Estuve leyendo el diario secreto de Shaw.- recuerdo que dije, mientras la bruja me miraba con simpatía. Tal vez con demasiada. -Ahí escribió que había descifrado un viejo manuscrito en latin donde se explicaba que la historia de Pigmalión y la estatua Galatea era real. El escultor chipriota le dio vida a la estatua que el mismo había esculpido en marfil, repitiendo una oración muy antigua, proveniente de civilizaciones desaparecidas antes de que el Golem Adán viera el mundo. Shaw cuenta también que una bruja irlandesa de Dublin, amiga de su juventud, le había contado que ella poseía el manuscrito con la oración mágica. El escritor no se atrevió a repetir el experimento pero toda la historia le dió tema para escribir su pieza de teatro Pigmalion. Pero él avanzó un enorme paso, pues llegó a la conclusión que toda transformación es mental, que la mente puede transformar la materia.
-¿Y se puede saber como te vas a manejar tú en esta locura?- preguntó con el ceño levemente fruncido la hermosa bruja –¿Vas a fabricar una mujer de barro y le vas a dar vida?
-¡No! Me saldría un monstruo como el que hizo Loew. No soy escultor como Pigamaleon. Más bien voy a buscar una mujer simple como la que se buscó el doctor Higgins de Shaw. Me voy a buscar una propia Liza Doolittle y empleando los siete principios herméticos la transformaré en la Galatea de la Literatura Universal. ¡Tu sabes bien mujer!- le dije, sin dejar de mirarla -Que todo es mente, que todo vibra, que todo es doble, que nada es casual y que toda acción provoca una reacción que en todo hay regeneración y una correspondencia. Con la mente transformaré una tonta en sabia.
-Mientras tanto, deja de mirarme- pidió la mujer sonriendo con desparpajo –estoy por creer que me deseas hipnotizar.
-¡No me provoques!
-¡No me mires!- me gritó –Es peligroso lo que vas hacer. ¿Y la personalidad de tu mujer simple, donde va a quedar?
-La personalidad es la careta que presentamos al mundo. Si le quito la personalidad a una mujer simple, me va quedar una mujer pura. A partir de ahí me construiré mi Golemah.
-¡Tonto!- suspiró Morrigan, tomándome la mano izquierda.
-¿Porqué me invades Morrigan?- grité exasperado.
-¡Porque me gustas brujo latino!- respondió la bruja irlandesa, sin soltarme la mano. Su respuesta me dejó lelo. La bruja estaba sobrepasando ampliamente los limites permitidos. Su respuesta era demasiado directa. Demasiado.
-¿Qué pretendes Morrigan, acaso no te das cuenta que soy más viejo que tú?
-Pero también sé que te estás muriendo al revés Aodh- respondió gravemente.
-¿También sabes eso Morrigan?
-¿Cuéntame como pasó Aodh?
-Le pedí a mis células que dejaran de envejecer. Y como todo vibra estas comenzaron a vibrar hacia atrás. Cada año que pasa rejuvenezco un año.
-¿Y cómo lo notaste?
-Al principio me asombró que el cabello comenzara a crecerme de nuevo. Luego fueron las arrugas, cada cierto tiempo desaparece una. Pero no te deseo una muerte así, pues es mil veces más terrible que una muerte normal. Porque yo sé la fecha exacta de la mía. Además no sé como haré para sobrevivir cuando vuelva a mi niñez, cuando vuelva a mis cinco años, luego a mis cuatro y no quiero ni pensar cuando tenga dos o uno.¡Cuando vuelva a ser feto y feto al aire libre!
-Para un poco tu historia– me cortó la bruja –Tu sabes bien que el fin está próximo, no nos quedan nada que nueve años...
-....yo sé eso– grité -Pero no todos vamos a morir, algunos quedaremos vivos, eso también lo sabes y sobreviremos los mejores...
-¿ ...y?- preguntó ella.
-... y me quedaré como padre fundador de la Nueva Era...
-¡Vaya, vaya! ¿Tan seguro estás?
-¡No!
-¡Entonces...!
-Entonces que no estoy seguro de nada. Nadie sabe como terminará. Déjame con mi Golemah y déjame tranquilo. Además según los mayas solo faltan seis años para que se termine el ciclo y no nueve como tú crees.
-¡Qué cuéntame!
-Según los petroglifos mayas de Honduras, que cualquiera puede ir a mirar o leer si así lo desea, este ciclo de vida, llamado Ciclo del Olvido, comenzó el año 3113 AC. Y debe durar lo que dura cada ciclo, 5124 años, pues bien este debe terminarse el 24 de diciembre del 2011 y como tu sabes, cuando el papa Gregorio XIII, encomendó al monje Dionisio el Exiguo, para que pusiera al día el calendario que nosotros conocemos como gregoriano, el Exiguo se equivocó en sus apreciaciones. Todo el mundo sabe que nuestro calendario actual es incorrecto, que Jesús no nació en el año “cero” de nuestra era sino que varios años antes. Si nosotros hacemos los calculos, resulta que el nacimiento de Cristo fue el 17 de Octubre del año 3 antes de nuestra era, por lo tanto hay que deducir que el 1° de Enero del año 2000 fue el 17 de octubre de 1997 y que el fin de nuestro período será más allá de abril del 2008, pues hay que sumar los días de los años bisiestos. Pide más cerveza Morrigan. Tanto discurso me ha dado sed. ¿Tienes preguntas?
-Pero, si sumamos los días bisiestos estamos llegando casi a la misma fecha de 2011. Más tengo una pregunta que me intriga ¿Por qué le decían el Exiguo al monje Dionisio? ¿Era pequeño de estatura, de mente o de otra cosa?
-¡Qué!- grité escandalizado -¡Morrigan, por favor! Con el destino no se juega.
La bruja no respondió. Bebió un gran trago de Guiness, luego agarrándome por el cuello de la camisa, aproximó su boca a la mía y me traspasó el amargo líquido a mi garganta. Eso es lo último que recuerdo.
Desperté en una cama extraña pero acogedora. A mi lado se encontraba Morrigan y me miraba con dulzura.
-¿Quién eres Morrigan?
-Soy tu Golemah, Aodh- contestó tiernamente.
-Pero yo no te hice Morrigan.
-Tienes razón- murmuró sonriendo -Me hicieron mis padres. Luego me perfeccioné yo solita. Pero estoy dispuesta a obedecerte en todo lo que tu desees siempre y cuando no me pidas tonterías y no te pongas ni mañoso ni maniático. Y capaz que hasta me convierta en la próxima Eva, si Dios así lo desea- terminó de decirme en la oreja la bella bruja y mirándome como si quisiera traspasarme con la llamarada violeta de su hermosa mirada. No contesté. ¿Qué podría decir? Me acurruqué contra su cuerpo y cerré los ojos. Afuera comenzó a llover.

Primer Premio Concurso Internacional de la ONG “Reecuentro”, Noviembre 2005, Chile
Publicado por la Editorial Virtual “YoEscriboCom”, Mayo 2007, España.





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